viernes, 15 de enero de 2016

PERO ENTONCES ¿ERAN CASTA?


La estrategia para conseguir protagonismo consiste en alcanzar hazañas hasta ahora imposibles, como inundar de diversidad y normalidad unas cámaras que, ahora nos damos cuenta, nunca nos habían representado.

Resulta que ni en el congreso de los diputados ni en el senado había habido antes una persona con dificultades de movilidad, que ha entrado por primera vez una senadora sorda, que este parlamento que aún está lejos de tener un 50% de mujeres, es con diferencia el de mayor representatividad femenina. Resulta que hasta ahora no había habido más que un único color de piel en esa cámara, y que incluso es noticia que ocupe un escaño alguien que ha tenido profesiones diferentes a la de político: un enólogo, un cámara de televisión, un empleado de banca, un camarero o un parado. Resulta que hasta ahora todos los hombres que se sentaban en un escaño tenían el pelo corto y lucían un aspecto igual de encorsetado que hace un siglo. Resulta que ninguna diputada se había atrevido a vestir un atuendo vulgar comprado en una tienda para gente de la calle. 

Lo curioso es que los telediarios, que destacan estas conquistas democráticas como anécdotas de la crónica social, acusan a su vez a Podemos de urdir una estrategia de protagonismo. Convierten en noticia la normalización del congreso a la vez que califican de acto circense presentarse en las cámaras con la diversidad a la vista: hablando el lenguaje de signos, en silla de ruedas, con la piel negra, sin traje de postín o con un lactante en brazos. La estrategia para conseguir notoriedad consiste en alcanzar hazañas hasta ahora imposibles, como inundar de variedad y normalidad unas cámaras que nunca nos habían representado.

Y es que los propios medios de comunicación del régimen no son conscientes de lo que están mostrando. Les parece tan exótico ver a un “rastas” en el congreso, que se rinden a la noticia, y nos cuentan sin quererlo, que hasta ahora todos los que habían llegado ahí eran homogéneamente distintos a nosotros.

Por eso es tan emocionante lo que está sucediendo en España. Porque evidencia que lo que teníamos por cámaras de representación no eran más que una élite, donde además, una vez  llegados, los agraciados se cubrían de nuevos privilegios que les alejaban aún más de la gente común. Seguramente los más de ochenta diputados del bipartidismo que se han quedado fuera nunca habían imaginado que su escaño podía ser ocupado por alguien sin título nobiliario ni apellido ilustre, alguien que no haya estudiado en El Pilar o que al menos lleve años medrando entre varones de medio pelo.

Podemos está cambiando el aspecto y el modo de hacer política. Sus diputadas y diputados, sus senadores y senadoras, han utilizado fórmulas comprometidas, únicas, personales e imaginativas para tomar sus cargos, mientras los señores uniformados les abucheaban por no someterse a las costumbres de siempre. Podemos se ha negado a intercambiar sillas en juegos de poder. Por primera vez en democracia ha presentado una proposición de ley a un gobierno en funciones, una ley de emergencia social cuyo objetivo es paliar la inaceptable situación de los más vulnerables. Sus formas y sus intenciones son tan novedosas que nadie sabe siquiera si son posibles. Pero lo que se hace evidente es que eran necesarias.